Secuencia

Un trompo que insiste en estar en movimiento todo el tiempo y en el instante en que va a caer lo tomas para girarlo rápidamente, con la intención de que esas vueltas perfectamente sincronizadas no dejen de ser lo que son: un continuo ciclo imperturbable. Ese pequeño artilugio pierde consistencia por la velocidad que toma borroneándose y aun suspendido en pie, amenaza con salir volando y perderse en los cielos, a sabiendas de que, indefectiblemente, va a caer derrapando por la superficie sin poder controlar las milimetradas vueltas. Ese trompo que controlado por un hilo se envuelve en él y solo hace falta un único tirón para desencadenar de nuevo la gracia de su existencia. Un tirón para que se libere esa vorágine en la cual la libertad del trompo viaja por el terreno yendo y viniendo recorriendo cada parte del espacio. Y a pesar de lo hipnótico que es verlo girar, el impacto contra otro objeto puede ser igual de interesante. Un sutil roce puede producir una descarga eléctrica que lo expulse fuera y le cambie su rumbo, o por el contrario, lo apague. 

No sé si es placer o solo una distracción visual pero cada vez que trates de que el trompo siga y siga girando sos consiente de que eventualmente va a caer, primero rápido, luego lento y más lento, hasta caer por completo frío e inerte.

Comentarios

Entradas populares de este blog

1.22 am y contando

Un despertar sin fin

Las 7 vidas de los gatos